Las materias primas forman el cimiento de la producción mundial y afectan tanto a grandes economías como a tu presupuesto diario. Comprender su comportamiento te permite anticipar cambios y ajustar tu consumo.
Las materias primas son bienes básicos utilizados en la producción de bienes finales o servicios esenciales. Incluyen recursos energéticos, agrícolas y minerales que sostienen industrias clave como la alimentación, la energía y la manufactura.
Su importancia radica en que los precios y la disponibilidad de estos insumos definen costos de fabricación, niveles de inflación y balances comerciales de países enteros. Por ello, un alza o caída en sus cotizaciones suele tener un efecto dominó en diversas esferas económicas.
En 2025, según el Observatorio de la Complejidad Económica (OEC), las diez materias primas más negociadas globalmente son:
El petróleo mantiene su posición dominante, con Rusia, Arabia Saudí y Estados Unidos aportando entre 10% y 15% del suministro mundial cada uno. A su vez, Estados Unidos y China lideran la demanda global.
El Banco Mundial proyecta una reducción del 12,4% en los precios globales de materias primas para 2025 y un descenso adicional del 4,8% en 2026, marcando niveles mínimos en seis años, aunque aún por encima del promedio pre-pandemia.
La cotización del Brent podría situarse en torno a 75 USD por barril en 2025, impulsada por una mayor oferta desde EEUU y por una demanda moderada en mercados clave. Se anticipa además una caída del 2,6% en precios energéticos y un posible incremento del 2,5% en productos agrícolas, debido a condiciones climáticas adversas.
Varias fuerzas globales influyen en la oferta y demanda de materias primas:
La caída sostenida de precios energéticos y de materias primas en general puede aliviar tensiones inflacionarias en economías desarrolladas, reduciendo costos energéticos y de transporte. Sin embargo, economías emergentes dependientes de la exportación de estos recursos sufren menores ingresos fiscales y comprometen su capacidad de inversión.
Además, políticas monetarias más restrictivas en grandes potencias y restricciones fiscales en países en desarrollo pueden profundizar la volatilidad, afectando tasas de cambio y flujos de capital.
El comportamiento de las materias primas se traslada de manera directa a los precios al consumidor:
La disminución en los precios de la energía puede reducir tus facturas de costes de producción y transporte, conteniendo la inflación. Por contrapartida, eventuales alzas en precios agrícolas se reflejarán rápidamente en el ticket de compra, presionando el presupuesto familiar.
La transición hacia energías limpias redefine la demanda de materias primas. Metales como el litio, el cobalto y el níquel son fundamentales para baterías y sistemas de almacenamiento. Estas materias primas críticas para baterías cobran relevancia estratégica y pueden experimentar presiones de oferta únicas en los próximos años.
Por otro lado, el descenso en la demanda de combustibles fósiles podría moderar precios de petróleo y gas a medio plazo, beneficiando tanto a consumidores como a industrias intensivas en energía.
Gobiernos y consumidores pueden adoptar acciones para amortiguar la volatilidad de precios:
Como consumidor, es recomendable aprovechar momentos de precios bajos para:
De este modo, podrás proteger tu economía doméstica y, al mismo tiempo, contribuir a un consumo más sostenible y consciente.
En un entorno global marcado por la incertidumbre, entender el funcionamiento de las materias primas y adoptar estrategias informadas te permitirá mantener el control de tu presupuesto y anticiparte a los cambios del mercado.
Referencias