En un mundo interconectado, las decisiones fiscales trascienden fronteras y moldean economías enteras. Las naciones compiten y cooperan para definir marcos tributarios que permitan financiar servicios públicos, estabilizar mercados y fomentar el crecimiento sostenible.
Ante la complejidad actual, los gobiernos deben equilibrar objetivos de recaudación y gasto sin sacrificar la competitividad ni la cohesión social. Comprender este entorno es clave para diseñar estrategias eficaces y adaptativas.
La globalización ha transformado radicalmente el espacio de la política pública. La movilidad de las bases fiscales empuja a los países a ajustar sus tasas impositivas para atraer inversión extranjera y retener empresas locales.
Al mismo tiempo, los desequilibrios macroeconómicos globales generan efectos colaterales: déficits estructurales en unas regiones y superávits en otras, tensionando los sistemas financieros y cambiarios.
Ante esta realidad, el Marco de Cooperación Multilateral (MLC) emerge como un pilar fundamental. Busca coordinar normas sobre precios de transferencia, transparencia y resolución de controversias.
El MLC introduce la determinación de la Cantidad A, un mecanismo para redistribuir beneficios de empresas multinacionales y asegurar que tributen donde generan valor.
Para su éxito, requiere la ratificación de al menos 30 jurisdicciones que representen el 60% de las matrices últimas de los grupos MNEs. Sin embargo, la ausencia de Estados Unidos como actor principal complica su implementación.
Las políticas fiscales tienen una influencia directa en el mercado de divisas y comercio exterior. Un incremento en el gasto público puede elevar la demanda interna y presionar al alza los precios.
En respuesta, los bancos centrales suelen subir los tipos de interés para contener la inflación, lo que fortalece la moneda local y encarece las exportaciones.
Este ciclo de acción y reacción genera volatilidad y exige una coordinación meticulosa entre autoridades fiscales y monetarias para minimizar choques adversos.
La acumulación de deuda es uno de los desafíos más apremiantes. Se proyecta que la razón deuda/PIB global alcance el 100% al final de la década.
Este aumento de 2.8 puntos porcentuales en 2025 respecto a 2024 evidencia la urgencia de diseñar políticas que equilibren necesidad de reducir la deuda pública y demandas crecientes de inversión social.
El alza de tipos de interés reduce el margen de maniobra de las políticas fiscales para estimular el crecimiento. Con aumento de la deuda pública y privada, los nuevos incentivos fiscales tienen menor impacto en la inversión y el consumo.
La inflación, ya elevada en muchas regiones, se convierte en un lastre cuando los esfuerzos por reactivar la economía elevan nuevamente los precios.
Por ello, resulta esencial diseñar medidas focalizadas que maximicen el rendimiento económico sin alimentar espirales inflacionarias.
En América Latina, los impuestos sobre el consumo y específicos a bienes y servicios representan una parte significativa de la recaudación total. Estos gravámenes, sin embargo, pueden ser regresivos si no se aplican con criterios de equidad.
Países como Brasil han experimentado fluctuaciones en su moneda vinculadas a cambios fiscales. Un gasto excesivo sin respaldo de ingresos sostenibles presiona al real y afectan el poder adquisitivo.
Estos lineamientos no solo fortalecen las finanzas públicas, sino que también generan un entorno más predecible y atractivo para la inversión, impulsando el desarrollo sostenible.
En definitiva, las políticas fiscales globales requieren un enfoque integral y dinámico. La adaptación a la movilidad de las bases fiscales y la colaboración internacional son fundamentales para enfrentar los retos de la globalización.
Al equilibrar recaudación y gasto, y al coordinar acciones con políticas monetarias, los países pueden mitigar riesgos de inflación, proteger sus divisas y garantizar financiación para proyectos sociales y de infraestructura.
Solo con visión compartida y herramientas innovadoras será posible trazar un camino hacia un futuro más próspero y equitativo para todas las economías del planeta.
Referencias